jueves, 19 de abril de 2012

El niño descabezadito (capítulo primero, página 4)

El Standartenführer Lieblich miró a Holz. Este hizo un gesto de asentimiento. Hauser tomó la Luger que le ofreció el oficial con fastidio. La amartilló y disparó varias veces al sujeto en el pecho. Este cayó por el impacto de las balas. No se levantó, pero se le oía gemir, alzando los brazos.

- En esta fase de la infestación su capacidad de recuperación todavía no es tan alta como en otros estadios, pero lo claro es que estas balas no lo van a matar.

- Pero ¿Qué pretenden?- suspiró Lieblich

- Ya se lo hemos dicho, estudiábamos una droga para regenerar el cuerpo tras una herida, quizás para permitirle continuar luchando.

- Se les ha ido de las manos, claramente - protestó Lieblich- por que esto no es más que una monstruosidad.

- No, esto no es lo que pretendíamos, es solo un producto subsidiario. Lo que pretendíamos es que un chico de esos de los que usted habla, los que están en el frente, no muera por un balazo en el pecho. Todavía no lo hemos conseguido.

- Pero esto también vale - se acercó SChneedorf- con estos engendros, como usted lo llama, se puede ganar una guerra.

- ¿Son agresivos? - inquirió el oficial

Sin otra respuesta abrieron otra de las celdas. Allí apareció un ser terrorífico.

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