martes, 17 de abril de 2012

El niño descabezadito (Capítulo primero, página 2)

Dentro del laboratorio reconoció a doktor Schnedorf cargando sus trastos desde la mesa central del laboratorio hasta una esquina, justo donde se encontraban los cuerpos sobre las camillas especiales, conectados a cables y tubos, tal como los dejó ayer. Frente a la mesa el comandante de la instalación, el Strurmbannführer Holz explicaba a otro oficial lo que parecían ser los pormenores de sus experimentos. Cuando el taconeo del sargento Beier hizo notar su presencia en el lugar, el oficial le miró con curiosidad mientras fumaba su cigarrillo de boquilla dorada. Hauser se cercó en silencio,algo circunspecto, hasta dónde se encontraban sus superiores. Entonces alzó el brazo, exactamente igual como había hecho durante los últimos ¿cuántos años eran? ¿diez años quizás? No pudo dejar de notar el extraño aspecto dxe quel oficial de mirada inquisitiva. Para empezar, su uniforme estaba lleno de polvo, llevaba una sucia venda ensangrentada en la mano. Si hubiera seguido mirando hubiera comprobado que sus botas estban manchadas de barro.

- El doktor Hauser dirige la parte relativa a los experimentos biogenéticos - le informó Holz al oficial de gesto duro.

- Herr Doktor, tiene ante usted al Standartenführer Lieblich. ha sido enviado desde el frente para dirigir la evacuación de este centro.

-¿Evacuación? -protestó Hauser- Será imposible acabar los experimentos en cualquier otra instalación ¿Cómo vamos a transportar las máquinas, los...?

El oficial le señaló amenazante, mirándole con dureza.

-¿Cuánto tiempo lleva sin salir de este lugar Herr Doktor? ¿Sabe lo que está sucediendo ahí fuera? Yo se lo diré: allí fuera el puto infierno se ha alzado sobre la tierra. Las bombas y los obuses han dejado en ruinas la mitad de nuestro Reich, niños de quince años salen a morir cada día bajo las balas, o desguazados por una explosión o arrollados por los tanques, mordidos por los perros. Miles de ellos, ¿lo sabe? El frente está aquí mismo -ya ha oido las explosiones- a unos pocos kilometros. Pronto el apocalipsis pasará por aquí en su camino hacia Berlín.

Doktor Schnedorf se acercó hasta Hauser y lo tomó del codo.

- ¿No te das cuenta? -dijo como hablando para si mismo- con lo que hemos averiguado se podría ganar fácilmente la guerra. Ya tendremos tiempo después para seguir estudiando. -Miró ahora como de lado hacia los dos oficiales- pero ahora hay que irse.

-Por lo pronto explíqueme qué demonios están haciendo aquí tan importante como para que haya tenido que sacar del frente una unidad entera por orden directa del despacho del Führer.

- Se trata de un experimento de reactivación neuronal y celular...

- Resuma, por favor, ni tengo tiempo ni humor para galimatías científicos mientras hay tantos rusos ahí fuera esperando a degollarnos. ¿De qué se trata su supuesta arma secreta, qué es lo que hace y cómo funciona?

- Como le decía se trata de un experimento de reactivación...

- Son muertos que no se mueren del todo - añadió abruptamente Schnedorf mientras se limpiaba las gafas con la esquina de su bata.

- ¿Cómo?- preguntó Lieblich. Miró a Holz.

- Son muertos que pueden caminar y atacar al enemigo. ¿Se imagina un ejército de muertos, Herr Standartenführer?

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