domingo, 15 de abril de 2012

CAPÍTULO PRIMERO El niño descabezadito (I)

Instalaciones Secretas Stalag 32
Mühlhausen a 35 millas de Berlín
30 de Abril de 1945

Dormir en un búnker no siempre es fácil.La ausencia constante de luz natural hace que sus habitantes pierdan el sentido del tiempo y distorsiona los ritmos vitales. Hace tiempo que Hauser no duerme realmente. En ocasiones su mente se pierde en vaguedades, mientras cierra los ojos fuertemente e intenta olvidar, y a eso quizás se le pudiera llamar dormir. Por eso no se puede decir que estuviera completamente dormido ni despierto cuando escuchó el golpeteo seco de las botas militares acercándose hasta su estancia. Incluso comenzó a vestirse mientras abría la puerta, en la que apareció el Scharfführer Beier, siempre tan impecablemente hierático.

- Le reclaman en el laboratorio, Doktor Hauser -anunció con voz seca.

Podría decirle que sí, que de acuerdo, que no hacía falta que le escoltaran ¿Adónde iba a escapar en un búnker de máxima seguridad? Y ni siquiera le apetecía lo más mínimo volver la superficie.

Entonces, mientras terminaba de abotonarse la bata blanca sono un estrépito repentino y tremebundo. Las paredes se estremecieron y un hilo de polvo cayó del techo. Algunas bombillas parpadearon, pero pronto se reestableció la luz.

- Son obuses- exclamó Hauser alarmado.

La expresión de Beier no mostraba inquietud alguna.

- Creo que este es el motivo por el que le requieren en el laboratorio.

Hauser notó que le temblaban un poco las manos cuando abrochó el último botón, pero miró a Beier con firmeza, que suponía que era lo que se esperaba de él. Enseguida se pusieron en camino, atravesando grises pasillos. Al llegar a la escalera sonó otra explosión. Dos jóvenes SS de guardia en el acceso al ala de laboratorios se tiraron al suelo. Hauser se apoyó en la pared, trasvalsado por la violencia del impacto. ¿Y Beier? ¿Qué demonios hacía encañonando a los guardas mientras les gritaba que se levantaran y les llamaba cobardes? Por Dios, ¿qué estaba sucediendo? ¿Tan cerca estaba el final?

- ¿A qué distancia están los rusos? ¿Cuánto timepo nos queda?- Preguntó mientras Beier volvía a colocar su subfusil a la espalda.

- Herr Doktor, supongo que comrpenderá que yo no estoy autorizado para informarle. Pero creo que ahí dentro le harán saber lo que le inquieta.

Se abrieron las puertas y traspasó el umbral.

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